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9, 10 y 11. La burla feminista de los valores patriarcales

Presentación gráfica

Duración:
10/20 min
Agrupamiento:
Equipo NOBLEZA

El equipo NOBLEZA realiza en el aula la presentación del personaje de Altisidora, y el equipo SABIDURÍA presenta a Maritornes y a Quiteria, con ayuda del soporte gráfico que haya elaborado para ese fin.

Altisidora
Gustave Doré. Altisidora le canta a don Quijote (2ª parte, cap. 44) (Dominio público)
Altisidora
Gustave Doré. Altisidora finge desmayarse ante don Quijote (2ª parte, cap. 46) (Dominio público)
Maritornes
Gustave Doré. Maritornes, don Quijote y el arriero (1ª parte, cap. 16) (Dominio público)
Quiteria y Basilio
Gustave Doré. Don Quijote ante Quiteria con Basilio en brazos (2ª parte, cap. 21) (Dominio público)

Lectura y comentario

Duración:
30 min
Agrupamiento:
Cinco equipos. En conjunto.

Se realiza la lectura en el aula, coordinada por el equipo NOBLEZA, y, seguidamente, el comentario con la guía del cuestionario y la asesoría, además, del equipo SABIDURÍA sobre los personajes de Maritornes y Quiteria.

Lectura

En el próximo apartado, veremos que María de Zayas llegó a ser prohibida por la Inquisición, no a causa de su obscenidad al representar la sexualidad explícita al gusto de los varones, como en otras novelas de su época; p. ej. La lozana andaluza (1528) de Francisco Delicado, protagonizada por una prostituta llamada Aldonza (¿coincidencia?), en la que se presenta a las mujeres conforme a los estereotipos patriarcales, incapaces de entenderse entre sí y expuestas al dominio masculino. Al contrario, Zayas fue censurada por enseñar estrategias con las que las mujeres pudieran escapar de las tramas urdidas por los hombres, muchas veces a través de la burla.

Cervantes parece adoptar la comicidad feminista en la novela El celoso extremeño (dentro de las Novelas ejemplares) y en varios episodios del Quijote: por ejemplo, el rechazo de la criada Maritornes y la trompada del arriero contra su presunto competidor (1ª parte, cap. 16); sobre todo, el sofisticado montaje de la duquesa para escarnecer al hidalgo, en el que interviene la joven dama Altisidora (2ª parte, desde el cap. 44 hasta el 70), jugando a tentar al héroe, quien se niega a aceptar la realidad femenina y a encontrar una auténtica compañera de aventuras, en nombre de la Dulcinea inventada por él mismo:

"Levantaron la voz los de abajo, tanto, que pudo oír estas razones:

—No me porfíes, ¡oh Emerencia!, que cante, pues sabes que desde el punto que este forastero entró en este castillo y mis ojos le miraron, yo no sé cantar, sino llorar; cuanto más que el sueño de mi señora tiene más de ligero que de pesado, y no querría que nos hallase aquí por todo el tesoro del mundo; y puesto caso que durmiese y no despertase, en vano sería mi canto si duerme y no despierta para oírle este nuevo Eneas, que ha llegado a mis regiones para dejarme escarnida.

—No des en eso, Altisidora amiga —respondieron—, que sin duda la duquesa y cuantos hay en esta casa duermen, si no es el señor de tu corazón y el despertador de tu alma, porque ahora sentí que abría la ventana de la reja de su estancia, y sin duda debe de estar despierto. Canta, lastimada mía, en tono bajo y suave, al son de tu harpa, y cuando la duquesa nos sienta, le echaremos la culpa al calor que hace.

—No está en eso el punto, ¡oh Emerencia! —respondió la Altisidora—, sino en que no querría que mi canto descubriese mi corazón, y fuese juzgada de los que no tienen noticia de las fuerzas poderosas de amor por doncella antojadiza y liviana. Pero venga lo que viniere, que más vale vergüenza en cara que mancilla en corazón.

Y en esto se sintió tocar una harpa suavísimamente. Oyendo lo cual quedó don Quijote pasmado, porque en aquel instante se le vinieron a la memoria las infinitas aventuras semejantes a aquella, de ventanas, rejas y jardines, músicas, requiebros y desvanecimientos que en los sus desvanecidos libros de caballerías había leído. Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél enamorada, y que la honestidad la forzaba a tener secreta su voluntad; temió no le rindiese y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer; y encomendándose de todo buen ánimo y buen talante a su señora Dulcinea del Toboso, determinó de escuchar la música, y para dar a entender que allí estaba dio un fingido estornudo, de que no poco se alegraron las doncellas, que otra cosa no deseaban sino que don Quijote las oyese" (cap. 44).

Entre burlas y veras, la fingidora/Altisidora adopta el rol de amante caballeresca, parodiando a los hombres (tunantes o tunos) que se entretienen cantando en la calle a sus preferidas. Tras el desenlace de una burla demasiado pesada, mientras le cura el rostro que le arañó un gato, le dice a Don Quijote lo que no quiere oír:

"Hicieron traer aceite de Aparicio, y la misma Altisidora con sus blanquísimas manos le puso unas vendas por todo lo herido y, al ponérselas, con voz baja le dijo:

—Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero, por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú lo goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro". (cap. 46).

Después de haberse guaseado de la testosterona en distintas situaciones, termina de este modo:

"Iba Altisidora a proseguir en quejarse de don Quijote, cuando le dijo don Quijote:

—Muchas veces os he dicho, señora, que a mí me pesa de que hayáis colocado en mí vuestros pensamientos, pues de los míos antes pueden ser agradecidos que remediados: yo nací para ser de Dulcinea del Toboso, y los hados (si los hubiera) me dedicaron para ella, y pensar que otra alguna hermosura ha de ocupar el lugar que en mi alma tiene es pensar lo imposible. Suficiente desengaño es este para que os retiréis en los límites de vuestra honestidad, pues nadie se puede obligar a lo imposible.

Oyendo lo cual Altisidora, mostrando enojarse y alterarse, le dijo:

—¡Vive el señor don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos? Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido, que no soy yo mujer que por semejantes camellos había de dejar que me doliese un negro de la uña, cuanto más morirme.

—Eso creo yo muy bien —dijo Sancho—, que esto del morirse los enamorados es cosa de risa: bien lo pueden ellos decir, pero hacer, créalo Judas" (2ª parte, cap. 70).

Cabe añadir otras dos historias que no atañen directamente al caballero como sujeto de burlas: la novela corta llamada "El curioso impertinente" (1ª parte, cap. 33) y las bodas de Camacho (2ª parte, cap. 19, 20 y 21). La impertinencia del curioso consistió en obligar a su mejor amigo a acosar a su propia esposa para poner a prueba el amor que le tenía, hasta el punto de destruir su matrimonio. En el otro caso, dado que "Camacho el rico" había conseguido comprar la voluntad del padre de la joven Quiteria, contra su deseo de casar con "Basilio el pobre", ambos conciertan un engaño mediante el que romper el negocio patriarcal:

"Quiteria, toda honesta y toda vergonzosa, asiendo con su derecha mano la de Basilio, le dijo:

—Ninguna fuerza fuera bastante a torcer mi voluntad; y, así, con la más libre que tengo te doy la mano de legítima esposa y recibo la tuya, si es que me la das de tu libre albedrío, sin que la turbe ni contraste la calamidad en que tu discurso acelerado te ha puesto.

—Sí doy —respondió Basilio—, no turbado ni confuso, sino con el claro entendimiento que el cielo quiso darme, y así me doy y me entrego por tu esposo.

—Y yo por tu esposa —respondió Quiteria—, ahora vivas largos años, ahora te lleven de mis brazos a la sepultura.

—Para estar tan herido este mancebo —dijo a este punto Sancho Panza—, mucho habla: háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma, que a mi parecer más la tiene en la lengua que en los dientes. 

Estando, pues, asidos de las manos Basilio y Quiteria, el cura, tierno y lloroso, los echó la bendición y pidió al cielo diese buen poso al alma del nuevo desposado. El cual, así como recibió la bendición, con presta ligereza se levantó en pie, y con no vista desenvoltura se sacó el estoque, a quien servía de vaina su cuerpo. Quedaron todos los circunstantes admirados, y algunos dellos, más simples que curiosos, en altas voces comenzaron a decir:

—¡Milagro, milagro!

Pero Basilio replicó:

—¡No milagro, milagro, sino industria, industria!

El cura, desatentado y atónito, acudió con ambas manos a tentar la herida, y halló que la cuchilla había pasado, no por la carne y costillas de Basilio, sino por un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, en aquel lugar bien acomodado tenía, preparada la sangre, según después se supo, de modo que no se helase.

Finalmente, el cura y Camacho con todos los más circunstantes se tuvieron por burlados y escarnidos. La esposa no dio muestras de pesarle de la burla, antes oyendo decir que aquel casamiento, por haber sido engañoso, no había de ser valedero, dijo que ella le confirmaba de nuevo, de lo cual coligieron todos que de consentimiento y sabiduría de los dos se había trazado aquel caso; de lo que quedó Camacho y sus valedores tan corridos, que remitieron su venganza a las manos, y desenvainando muchas espadas arremetieron a Basilio, en cuyo favor en un instante se desenvainaron casi otras tantas, y tomando la delantera a caballo don Quijote, con la lanza sobre el brazo y bien cubierto de su escudo, se hacía dar lugar de todos. 

- (...) Camacho es rico y podrá comprar su gusto cuando, donde y como quisiere. Basilio no tiene más desta oveja, y no se la ha de quitar alguno, por poderoso que sea, que a los dos que Dios junta no podrá separar el hombre y el que lo intentare, primero ha de pasar por la punta desta lanza". (2ª parte, cap. 21). 

Quizá sea esta la hazaña más "auténtica" del enloquecido caballero.

Comentario

1. ¿Qué delata el episodio de Maritornes acerca de la vanidad del ingenioso hidalgo? 

2. A ver si resolvemos uno de los dilemas que ocupan a las lectoras y los lectores de la novela desde que se publicó: ¿Crees que Altisidora llegó a enamorarse realmente del burlado Don Quijote? ¿Por qué?

3. Sea como fuere, ¿en qué consiste verdaderamente la rebeldía de Altisidora?

4. Aunque fuera por una vez (hay más) en toda la novela, ¿qué influencia tiene la intervención del caballero andante en el feliz desenlace de "las bodas de Camacho"? ¿Qué habría pasado en "un mundo sin Quijotes (ni Quijotas)"?